viernes, 30 de septiembre de 2011

Acampada 15M en la Plaza Mayor. Una evaluación


Cinco días después de la conclusión de la Acampada 15M en la Plaza Mayor, nos gustaría hacer una breve evaluación de los logros, actividades y aspectos negativos de una de las acciones que más repercusión ha tenido desde la constitución del movimiento en Salamanca. En general, nos sentimos satisfechos en cuanto a los objetivos alcanzados, si bien hubo algunos errores y carencias sobre los que es importante reflexionar. Vayamos por partes, analizando por separado cada uno de los ámbitos que integraron la acampada:

Debates: contaron con la intervención de activistas expertos en los temas que se trataron: el sistema electoral, la reforma de la constitución, gobierno abierto y participación ciudadana, además del taller de asamblearismo. Se echó de menos mayor participación ciudadana, aunque hubo más que en debates celebrados anteriormente. También se echaron de menos voces con posiciones más enfrentadas, ya que la mayoría de los participantes compartían unos principios comunes, aunque se diferenciaran en la forma de dar solución a los problemas planteados.

Mercadillo de trueque: en su primer día de convocatoria, fue un éxito, solo empañado por la amenaza de multa por parte de la policía local, que nos acusaba de incumplir la normativa municipal al instalar un mercadillo sin el debido permiso. De nada importaba que no se usara dinero, y que fuera el público quien se encargara de intercambiar, entre ellos, sus bienes. Luego, el ayuntamiento negaría a través de los medios locales que esas amenazas se hubieran producido; un despropósito ante el cual se decidió celebrar un mercadillo extra al programado. Fue un fracaso de público, ya que no se publicitó y poca gente se implicó en la actividad, aunque quizás sirvió para dejar en evidencia las absurdas maniobras del ayuntamiento y los medios afines para confundir a la población.


Talleres de niños: se mantuvo una afluencia entre cuatro y ocho niños. Los pequeños pintaron un montón de dibujos e hicieron chapas de goma y otras manualidades. Algunos lo echaron de menos el día de la manifestación, en el que no se celebró, y vinieron a preguntar cuándo se realizaba.

El punto de información: uno de los objetivos prioritario de la acampada era el de establecer un espacio para ofrecer información y debatir con quienes quisieran las reivindicaciones y protestas del 15M. Durante las mañanas y las tardes, la mesa mantuvo un constante goteo de gente que venía a firmar nuestras peticiones a favor de la ratificación de la carta social europea, el co-pago de la sanidad pública, y el apoyo a la acampada. Quienes pasamos tiempo allí sentados, escuchando a nuestros vecinos -a veces más en contra, otras más identificados con nuestra causa- nos hemos sorprendido gratamente de la enorme cantidad de salmantinos que demuestran una opinión bien diferente a la uniformidad que tratan de vender los poderes locales. No se cuentan por cientos, sino por miles, quienes muestran con una clara opinión crítica sobre la clase política, el desmantelamiento de los servicios sociales y la gestión municipal.

Carteles: hubo muchos simpatizantes que se centraron en hacer carteles, parte fundamental de la acampada y de la personalidad del movimiento 15M en toda España. Extendidos en el suelo durante el día y parte de la noche, resultaron una forma efectiva de transmitir a los transeuntes de forma rápida las causas que nos mantenían allí acampados.  Uno de los más llamativos fue el de las recomendaciones de libros y películas, que muchos apuntaron para informarse y conocer mejor los problemas que más nos afectan, pero sin duda, el que dedicamos al periódico La Gaceta fue el más sonado. Durante toda la acampada, este periódico mantuvo una política de descalificación y manipulación informativa que nos sorprendió por su grado de virulencia y falta de principios éticos. Algunos, sin embargo, no querían distraerse del mensaje principal que nos había llevado hasta allí, ensuciándolo con polémicas sin ningún interés para la ciudadanía, mientras que otros consideraban que semejante atentado mediático también era un tema que concernía a los salmantinos, y debía ser denunciado. Finalmente, se optó por una acción intermedia: elaborar una gran pancarta que se sumaría al resto, donde se pegarían las páginas del periódico dedicadas a la acampada, subrayando y anotando todas su barbaridades y difamaciones, para que la gente pudiera, al menos, reflexionar sobre la terrorífica política editorial de un medio que ha demostrado una total falta de escrúpulos a la hora de manipular la información,  al servicio de unos intereses que nada tienen que ver con el bien de los salmantinos. Tras sufrir sus maniobras en propias carnes, hemos llegado a una triste conclusión. Salamanca tiene un problema, y muy grave, con su periódico de mayor difusión. En clara complicidad con el alcalde y su equipo, La Gaceta sirvió como vocero de las maniobras del Ayuntamiento para desprestigiar la imagen de la Acampada. Su estrategia más sangrante fue la de retirar los servicios de limpieza de la Plaza Mayor, y  facilitar así a su brazo mediático sus titulares sobre el perjuicio de imagen que estábamos causando. Nuestra respuesta: asumir las tareas de limpieza, y dedicar todas las mañanas, un buen rato, a barrer la plaza en toda su extensión, para luego dejar lo recogido en du centro, con un cartel que denunciaba la maniobra del ayuntamiento. En días siguientes, La Gaceta se preocupó de enrevesar todavía más sus delirantes versiones sobre las responsabilidades de limpieza, aunque creemos que, finalmente, todo el mundo se enteró de la verdad, dejando en evidencia la política deshonesta con la que el ayuntamiento ha querido boicotear nuestro legítimo (y legalizado) derecho de reunión.

Instalaciones: el viernes se retiró la carpa grande, que había sido prestada por una organización, y sirvió para acoger la zona de reunión y resguardar a quienes se quedaron de guardia durante la noche. A partir de entonces, las instalaciones se volvieron más precarias, acentuando ese aspecto chabolista que tanto enverva a nuestros vecinos más obsesionados con la imagen. La Plaza Mayor ha resultado ser un lugar realmente incómodo para acampar: sin baños accesibles, sin electricidad, ni redes wi-fi al alcance de nuestros ordenadores…El ayuntamiento no prestó ninguna facilidad ni apoyo: es más: como ya se ha dicho, retiró los servicios de limpieza y no cedieron contenedores, y volvió a valerse de la policía local para coartar la buena voluntad de un vecino que nos había permitido lanzar un cable desde su casa hasta la carpa. En general, se operó con los medios disponibles, ni más ni menos. Pocos de nuestros críticos obsesionados con la imagen, “la clase” y la pureza de la Plaza Mayor,  parecen dispuestos a comprender que la precariedad de las instalaciones no se debe a otra cosa que la falta de financiación, lógica en un movimiento que renuncia a ayudas de organismos interesados. No hubo cocina, solo productos fríos y comida que nos iban trayendo.

La noche: fue la parte más dura y donde quedaba patente la extravagante forma de juzgar nuestra actividad como sucia o irrespetuosa, en comparación al desfile de borrachos que el ayuntamiento y sus amigos hosteleros alientan como el gran negocio durante cuatro noches por semana. Las bromas, los insultos y el destrozo de material (hubo incluso robos y conatos de violencia) fueron soportados con resignación y humor, qué remedio.


La manifestación: fue un fracaso de asistencia, pese al trabajo de difusión que se había hecho desde la mesa de información a lo largo de toda la semana. Hubo unas 200 personas aproximadamente, que trazaron el mismo recorrido que ya se hizo en manifestaciones anteriores. Después se realizó un micrófono abierto sobre la vivienda y los deshaucios en el que participaron, miembros del 15M y varios espontáneos. No hubo apenas medios de comunicación, aparte de los fotografos. Ni siquiera difundieron el tema en los medios. Casi había más pancartas que gente.


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